jueves, 21 de agosto de 2008

PARQUE NACIONAL HUASCARÁN Patrimonio Mundial de la Humanidad

El Parque Nacional Huascarán, atesora la cordillera tropical más extensa del mundo: la Cordillera Blanca. El objetivo fundamental de conservación es el de proteger la flora y la fauna silvestre, las formaciones geológicas y los restos arqueológicos, promoviendo e incentivando la investigación científica de los recursos naturales y culturales. También se busca contribuir a elevar el nivel de vida de los pobladores locales, a través del fomento de un ecoturismo que genere beneficios socioeconómicos.

Posee además, una gran riqueza patrimonial que le otorga a la zona una belleza escénica única. En julio de 1975, se crea el Parque sobre una extensión territorial de 340.000 hectáreas. En marzo de 1977, la UNESCO lo reconoce como Reserva de la Biosfera y en diciembre de 1985, lo declara Patrimonio Natural de la Humanidad.

El clima está marcado por dos estaciones durante el año. Los vientos húmedos y cálidos provenientes de la cuenca amazónica generan abundantes lluvias durante los meses de diciembre a marzo y, entre mayo y octubre, aparece una marcada estación seca, con días soleados que alcanzan los 25° C y noches de intenso frío en las que son frecuentes las heladas y temperaturas inferiores a los 0° C.

Marcado por cañones profundos, el Parque es un paraíso de flora y fauna además de las numerosas ruinas precolombinas de la Cultura Chavín. Las 340.000 hectáreas contienen además 663 glaciares, 296 lagunas y 41 ríos afluentes de tres ríos importantes: Santa, Pativilca y Marañón.
La región ha sufrido diversas catástrofes asociadas con la fragilidad de las jóvenes formaciones geológicas de la Cordillera Blanca, como el aluvión de 1936, que destruyó parte de la ciudad de Huaraz y el terremoto de 1970, que cobró la vida de más de 70 000 personas. Estos eventos, han marcado la historia de todo el Callejón de Huaylas.

Por su latitud tropical y variabilidad climatológica, existe una gran biodiversidad en Huascarán. Alberga una fantástica riqueza en flora y fauna, nevados y bellezas paisajísticas. Varios de los picos y lagunas de esta cordillera son mundialmente reconocidas, lo que convierte a esta región de montañas en un atractivo internacional, siendo el nevado Huascarán, que da nombre al Paque Nacional, el pico más alto del Perú y uno de los mayores de América, con una altura de 6 768 m.

Diferentes pisos bioclimáticos albergan un amplio mosaico de diversas formas de vegetación. Se han identificado 779 especies de flora altoandina distribuidas en 340 géneros y 104 familias. En esta diversidad florística, la familia de las Bromeliáceas está representada por la Puya raimondii, especie que tiene la inflorescencia más grande del mundo. Bosques relictos de queñual y un gran número de gramíneas conforman el pajonal de puna.
Asociada a esta flora se encuentran numerosas especies de animales que aún no han sido suficientemente estudiadas ni inventariadas. Los datos preliminares señalan 112 especies de aves de 33 familias. Entre los mamíferos se han detectado ocho géneros y más de diez especies. Entre las especies amenazadas se encuentran el gato montés Oncifelis colocolo y el gato andino Orailurus jacobita, el oso de anteojos Tremarctos ornatus, la taruca Hippocamelus antisensis y la vicuña Vicugna vicugna. En aves tenemos el cóndor andino Vultur gryphus, el pato de los torrentes Merganetta armata, y la perdiz de puna Tinamotis pentlandii, entre otras.

El Parque Nacional de Huascarán abarca diez provincias del departamento de Ancash: Huaylas, Yungay, Carhuaz, Huaraz, Recuay, Bolognesi, Huari, Asunción, Mariscal Luzuriaga y Pomabamba. Dichas provincias albergan numerosas comunidades campesinas vinculadas tradicionalmente al Parque Nacional generación tras generación. Muchas de estas áreas son tierras de pastoreo, barrios y áreas urbanas. El uso de la zona como tierra de pastoreo para el ganado y la agricultura, ha sido una de las actividades tradicionales que ha producido el mayor impacto en el ámbito del área natural protegida. Sin embargo, las comunidades allí asentadas, no son netamente sociedades pastoriles, sino que la crianza de animales forma parte del portafolio de actividades productivas que las familias campesinas desarrollan.