El centro turístico de todo el territorio de la Cordillera Blanca es Huaraz, donde se concentran gran número de hoteles, hostales y restaurantes de calidades muy variadas, así como también agencias de viaje, de transporte y numerosas tiendas de equipos para montañistas y caminantes, donde también se ofrecen tours de toda clase, aunque no siempre con el conocimiento necesario. Si se desea asesoramiento se debe visitar la Casa de Guías de Montaña y Turismo, ya que estos profesionales están formados y cualificados para desarrollar con garantía esta actividad.
Desde hace algunos años encontramos también dos refugios construidos siguiendo el modelo alpino, los cuales permiten a los excursionistas prescindir de tiendas: el refugio Perú, ubicado al pie del Pisco y el refugio Ishinca, que se encuentra en el valle del mismo nombre. La Cordillera Blanca y sus alrededores también ofrecen a los montañeros inexpertos la posibilidad de realizar interesantes caminatas. Los visitantes quedan fascinados sobre todo con los glaciares y la diversidad de paisajes formados por el hielo. El observador atento, a menudo puede reconocer indicios de que estos glaciares – como en el caso de los alpes y otras zonas montañosas – en el pasado fueron más grandes e imponentes. En el período glaciar, los glaciares cubrían la mayoría de los valles de la cordillera extendiéndose hasta los alrededores, dónde quedan aún altos muros de morena (cascajo de glaciares), cuyo tamaño indica la altura máxima que alcanzaba el hielo. También podemos observar otros muros de morena de este tipo, pero un poco más pequeños y de menos antigüedad que colindan directamente con las lenguas de los glaciares actuales y muestran claramente como el hielo se ha ido reduciendo, proceso que continúa hasta nuestros días
Desde hace 25 años, la mayor parte de la Cordillera Blanca forma parte del Parque Nacional Huascarán, cuya administración se encuentra en Huaraz. Esta realiza grandes esfuerzos para proteger y conservar la naturaleza en la cordillera, sobre todo los manantiales, los Queñuales, las pocas plantas de Puya Raimondii que existen, así como los ejemplares de cóndores y vicuñas, etc. Sin embargo, existen otros intereses que dificultan la protección del medio ambiente y la naturaleza: la economía pecuaria, que se practica en exceso en algunos valles, llegando a perjudicar la vegetación; la minería con siete minas en funcionamiento (mientras que otras 70 están paralizadas); y finalmente el turismo, que se concentra principalmente en algunos puntos o rutas. No es tarea fácil conciliar estos intereses y controlar o guiar estas actividades de tal manera que no se siga perjudicando la naturaleza. Fotos: CARABUS.
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